Visto en : http://www.laprensa.com.ar/
Un 15 de marzo de 1981 fallecía el Padre Leonardo Castellani, para muchos, un verdadero genio intelectual y literario. Nació el mismo año que Borges, en la ciudad de Reconquista; no obstante, pese a su enorme talento, no tuvo la misma suerte que Jorge Luis en cuanto a su fama. Su obra es inmensa y de lo más variada. Hace algunos años, fue escrita una biografía suya de dos tomos por el Dr. Sebastián Randle, un fabuloso libro, pero sólo para fanáticos del jesuita santafesino. Valga entonces este artículo para acercar a los lectores a la figura de este gran argentino.
Continuar leyendo: https://verdadcatolica.blogspot.com/2019/04/el-recuerdo-de-un-pensador.html
Ernesto Sábato? jaja nadie resiste a un archivo
ResponderEliminarRUBEN CALDERON BOUCHET SOBRE SU CONVERSIÓN GRACIAS AL PADRE CASTELLANI
ResponderEliminar"Leí a Castellani apenas había pasado los veinte años y no tenía ninguna formación religiosa. Me llamó la atención, y lo digo con vergüenza, la calidad intelectual de su trabajo. En el mundo de semiletrados al que pertenecía, un sacerdote inteligente era inconcebible, y en el mejor de los casos se tenía derecho a sospechar que no creería en todas las pavadas con que la Iglesia mantenía la ilusión de su rebaño de beatas. Un esfuerzo suplementario exigido a un instinto todavía no estropeado por mi condición de bachiller podía hacerme admitir en un cura una inteligencia más o menos profunda en cuestiones astronómicas o de alguna otra índole un tanto estrafalaria en nuestras costumbres,pero no cabía en mi calatre la calidad del saber de Castellani y su humor para tomar a broma la totalidad de mis dogmas laicos.
Sin embargo, fue precisamente su vena humorística la que me conquistó enseguida; y como me hacía reír, me aficione a leerlo. No quería confesar mi debilidad; y el amigo que me sirvió de puente, quizá con el santo propósito de enredarme en alguna intriga clerical, obtuvo de mí un pedido desdeñoso que apenas ocultaba el vicio adquirido: “¿No tenés alguna otra cosa del cura ése?”. Ésa fue mi perdición. Era un pagano feliz, totalmente irresponsable y cínico, y terminé confesándome, comulgando y suscribiéndome a la Suma Teológica que Castellani había comenzado a editar con sus sabrosas notas al pie. "