Reflexión

INDISPENSABLE REFLEXIÓN

Sobre el Sedevacantismo se ha dicho lo que se ha querido, muchos han opinado sobre esta posición teológica y canónica católica sin conocer en profundidad sus verdaderos orígenes y desarrollo, sus verdaderos protagonistas --eclesiásticos de la mayor relevancia jerárquica como intelectual--, sus verdaderos y graves fundamentos dogmáticos, su imperiosa razón de defender a los católicos de la grave apostasía y cisma en el que ahora viven y malviven. Paradójica y curiosamente sus máximos enemigos y detractores han sido aquellos que se dicen "defensores de la tradición católica", estos son los falsos tradicionalistas, todos ellos ex miembros de la FSSPX a la cual hoy día calumnian y difaman con un diabólico resentimiento; dirigidos por una élite infiltrada con psudosteólogos que inventaron laberínticas "tesis" rabínicas-dominicas-jesuíticas, y de una gran malicia al servicio del complot judeo-masónico, y secundados por la complicidad y servilismo de una mayoría de incautos que movidos siempre por la ingenuidad de una cómoda negligencia se alimentan de las "teologías" y de los "teólogos" del facebook o de los blog de la internet. Frente a todos estos paracaidístas devenidos en estos últimos meses al "sedevacantismo" los hay de muchos colores, entre ellos contamos a los desilucionados por el coqueteo de Jorge Bergoglio con los Protestantes, Judíos y Musulmanes, como si Ratzinger, Wojtila y Montini no lo hubiesen hecho antes, estos nuevos "sedevacantistas" creen que solo Bergoglio es hereje formal y material y por lo tanto no es papa, pero los muy incautos "ignorantes en la cuestión" aceptan la misa nueva y los sacramentos dados con el nuevo ritual inválido e ilegítimo de Paulo VI. Los Católicos fieles creemos firmemente que el último Papa de la Iglesia Católica Apostólica Romana fue S.S Pío XII y que de allí por defecto y consecuencia de la Grana Apostasía ha cesado la institución del cónclave y cualquier iniciativa al respecto, solo será una delirante intentona.

miércoles, 26 de febrero de 2014

EDIFICANTE REFLEXIÓN DE ESTE GRAN SACERDOTE, TOMADA DE LA CONFERENCIA TITULADA: LAS ILUSIONES

Padre Frederick William Faber

"Si los demás nos engañan, somos sus cómplices por la manera en que hablamos de nosotros mismos. Eso es aplicable, especialmente, a las conversaciones religiosas y a las confidencias sobre lo que no es personal. Aquí tenemos que escoger entre guardar más cuidadosamente el secreto de nuestra vida interior, o descorrer más su velo. Guardar un medio, es una línea de conducta falaz, y lo más prudente es no hablar de sí. Es verdad que por más bajo y miserable que sea ese defecto, no hay práctica de perfección cristiana más difícil que el evitarle. Si alguna vez hemos intentado hacerlo durante un tiempo considerable, hemos debido encontrar que hay cosas que parecen fáciles al primer golpe de vista, pero que son casi impracticables. A pesar de eso, si tuviésemos necesidad de hablar de nosotros mismos, deberíamos hacerlo por completo. Porque si decimos a las gentes que nuestro corazón arde en amor de Dios, bueno es que sepan que ese corazón no es insensible al calor de una buena comida. Si damos a conocer nuestras prácticas de piedad, ¿por qué no hemos de hablar de nuestra afición al lujo y a los adornos? Si ajustamos la cuenta del dinero y del tiempo invertidos en visitar y en socorrer a los indigentes, ¿por qué no hemos de hacer mención de nuestra falta de atención y de nuestra dureza para con nuestros criados en lo que concierne a su salud, su bienestar, y las consideraciones debidas a su genio y a sus susceptibilidades? Si hacemos público nuestro lado bueno, preciso es también presentar el reverso; de otro modo no estamos en la verdad práctica, y mostrándonos a las gentes con una grandeza de alma que no es real, somos causa, de que lleguen a ser los cómplices de nuestras ilusiones vanidosas, por sus alabanzas, sus respectos y su educación."
P. Faber

domingo, 2 de febrero de 2014

VALIOSA, INTERESANTE Y CONSOLADORA REFLEXIÓN SOBRE LA VEJEZ, POR FRAY MARÍA RAFAEL, MONJE TRAPENSE


Hace unos días tuve ocasión de leer unas cuartillas de un viejo cristiano. Vi en ellas la prudencia que dan los años, y la paz serena, del que nada del mundo espera, porque todo lo espera únicamente de Dios.
Terminaba sus reflexiones diciendo: ¡Qué feliz es la vejez!
Qué bien suena esa exclamación en los labios de un viejo... Cuánto debe agradar a Dios esa alegría interior, que se nutre de la ilusión de dejar algún día de vivir..., de la ilusión de la muerte cercana..., de la ilusión de ver a Dios.
El hombre no puede vivir sin una ilusión.
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