“Hay quienes, aunque se llaman creyentes, no lo son. Hay creyentes en quienes los sacramentos de Cristo son objeto de abuso; personas que viven de tal manera que ellos mismos perecen y arruinan a otros. Ellos mismos perecen por vivir mal; pero destruyen a otros dando el ejemplo de vivir mal. No desees, querido mío, asociarte con personas como éstas. Busca el bien; aférrate al bien; sé bueno.
No os extrañéis de la gran cantidad de malos cristianos que llenan la iglesia, que comulgan en el altar… Podrán existir junto a nosotros en la Iglesia de este tiempo, pero no podrán permanecer en esa asamblea de santos que se reunirán después de la resurrección. Porque la Iglesia de este tiempo, como tiene lo bueno mezclado con lo malo, es comparada a una era donde se mezcla el grano con la paja; pero, después del juicio, tendrá todos los miembros buenos sin los malos. Esta era contiene la mies sembrada por los Apóstoles, regada por los buenos maestros posteriores hasta nuestros días, algo magullada por la persecución de los enemigos, pero con el remanente aún no purgado por el zarandeo final. Sin embargo, Él vendrá acerca de quien recita en el Credo: “Entonces vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos”, y, como dice el Evangelio: “Su aventador está en su mano, y limpiará completamente su era, y recogerá su trigo en el granero; pero la paja la quemará en fuego inextinguible.
Que los viejos miembros fieles escuchen lo que digo; El que es el grano, que se regocije en el lanzamiento; que se quede; no se aparte de la era. Que no, siguiendo su propio criterio, intente liberarse de la paja, ya que no podrá permanecer en la era si quiere separarse ahora de la paja. Además, cuando venga aquel que distingue sin error, no llevará al granero lo que no encontró en la era. Los granos que ahora se hayan retirado de la era se jactarán en vano de sus existencias. El granero se llenará y cerrará. El fuego consumirá todo lo que haya quedado afuera. Por tanto, mis queridos hermanos, el que es bueno, tolere al mal; El que es malo, que imite al bueno. En esta era, en verdad, el grano puede degenerar en paja; y, por otra parte, se puede recuperar el grano a partir de la paja. Estos cambios ocurren diariamente, hermanos míos. Esta vida está llena de castigos y consuelos. Diariamente los que parecían buenos obran mal y perecen; y nuevamente los que parecían malvados se convierten y viven. Porque “Dios no quiere la muerte del pecador, sino sólo que se convierta de sus caminos y viva”.
Escúchenme, oh granos de trigo; escúchenme, ustedes que se conforman a mis deseos; Escúchame, oh grano. No os entristecáis por la mezcla de paja; el mal no estará contigo para siempre. ¿Hasta qué punto te presiona la paja? Gracias a Dios que no es pesado. Sólo quedemos nosotros como trigo; entonces, por mucha que sea la paja, no nos oprimirá”.
(San Agustín, “Sermón 223: Sobre la Vigilia Pascual”)
Tomado de: /fundaciongladius.org