«No decimos que el Papa no pueda errar en sus opiniones privadas, como le sucedió a Juan XXII. Ahora bien, cuando es explícitamente hereje, cae ipso facto de su dignidad y fuera de la Iglesia, y la Iglesia debe privarlo, o, como algunos dicen, declararlo privado, de su Sede Apostólica, y deben decir, como lo dijo San Pedro: “Que otro ocupe su Apostolado”. Cuando yerra en su opinión privada, debe ser instruido, aconsejado, convencido; como sucedió con Juan XXII, quien, lejos de morir obstinado o de haber tomado una decisión en vida respecto a su opinión, murió mientras realizaba el examen necesario para determinar una cuestión de fe, como lo declaró su sucesor en las Extravagantes, que inician el Benedictus Deus.» Pero cuando el Papa está revestido con las vestiduras pontificias, es decir, cuando enseña a toda la Iglesia como pastor, en materia general de fe y moral, entonces no hay más que sana doctrina y verdad.»
Sain Francisco de Sales, The Catholic Controversy, p. 225
# Notas sobre el Papado


