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Fray Francisco de Paula Castañeda O.F.M. |
El Padre Castañeda no era obispo ni lo invitaron a Norteamérica. En esa época no se hacían grandes colectas ni se hacían pobres discursos. Cuando un cura necesitaba plata para su iglesia, lo llamaba al primer rico que pasaba y le decía: “Déme cien pesos” o “Déme doscientos pesos” y el rico, le daba la plata y el cura le decía: “Que Dios se lo pague” y nadie sabía quién era el rico que la había dado esos pesos al cura. Además, en esa época, los curas no dejaban nunca su parroquia ni viajaban en un avión ni iban a las casas de los masones para decirles: “¡Que bien le queda su renguera!” o “Me siento muy honrado de que Jesucristo haya sido judío, porque los judíos son masones”.
Si al Padre Castañeda lo hubieran invitado a Norteamérica, hubiera contestado: “Váyanse a la p…. madre que los parió” y además les hubiera dicho otras cosas que no se deben decir delante de los niños. A él no le interesaba la propaganda. Lo único que le interesaba era pelearlos a los liberales y hacerlos entender que no podían llevárselo todo tan de arriba. Porque los liberales de entonces creían que todos los hombres querían ser liberales. Y también en eso los liberales estaban equivocados. Los hombres de entonces eran unos hombres muy decentes que no soportaban a los enemigos de Cristo.
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Así pensaba y así predicaba el cura Castañeda. Por eso ningún gobierno lo quiso hacer obispo y ningún masón lo invitó a su casa. Porque era un cura que tenía todo lo que hay que tener.
ANZOÁTEGUI, Ignacio B.: Pequeña Historia Argentina para uso de los niños. Asunción, Regnum, 200, pp. 59-61.
Curas? ... Eran los de antes
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