El mulato Rivadavia |
POR: SEBASTIAN SANCHEZ
Fue difícil vivir en Buenos Aires durante la segunda quincena de diciembre de 1822 pues, según las crónicas, la temperatura se mantuvo en 36 grados y no cayó una sola gota de lluvia aliviadora. Pues bien, ese infernal verano porteño fue el elegido por Rivadavia, a la sazón Ministro de Gobierno de Martín Rodríguez, para sancionar su combatida reforma religiosa.
La Ley de Reformas al Clero -que así se llamó al legislativo engendro- dispuso una serie de medidas destinadas a expulsar o debilitar a los miembros del clero regular, suprimir el fuero eclesiástico, eliminar el diezmo y reorganizar el Cabildo eclesiástico, que pasó a llamarse "Senado del Clero". El texto fijaba además la supresión de algunos conventos y -¡cómo no!- la expropiación de sus inmuebles y rentas. Esto último vale una breve digresión.
Entre los bienes expropiados por el Estado se destacó el predio del convento de los capuchinos recoletos que fue convertido en el Cementerio de la Recoleta. Es un dato de interés para los entusiastas legisladores porteños que pugnan por la definitiva separación Iglesia-Estado por lo que cabe esperar que Lousteau, Iglesias o del Caño -por nombrar a los laicistas más enfáticos- presenten proyectos de ley para la restitución a la Iglesia de esa tierra saqueada. Las cuentas claras conservan la amistad.
El sapo del diluvio. Todo masón a todo nacional, lo federal, lo nativo
ResponderEliminarDecretó la libertad de cultos en 1825, en 1831 se edificó la catedral anglicana y no satisfechos, en 1833 los ingleses ocupan nuestras islas Malvinas. El tipo les abrió el camino. Llamativamente el Mausoleo de Rivadavia ubicado en la Plaza Miserere y construido en el año 1932, está perfectamente alineado con el Templo de la Masonería y el Banco Central...muy simbólico eh...
ResponderEliminarese es otro que hay que bajar a martillazos
ResponderEliminar“Mi muy amado paisano y amigo: le tengo escritas varias cartas, que ignoro hayan llegado a sus manos. Ésta le repito entre mil ocupaciones sólo por acreditarle, que no lo olvido, y darle muchas enhorabuenas por las generosas acciones, con que Ud. honra nuestra religión y nuestra Patria, […]. Viva cierto, que todos los sensatos y buenos patriotas aplauden su conducta y lo colman de elogios. Yo al saber que a Ud. se le debe exclusivamente toda la paz, que al presente disfruta nuestro pueblo con toda su jurisdicción y al oír los nuevos sacrificios que hace, no puedo menos que tributarle las cordiales gracias y enhorabuenas.”
ResponderEliminar“El gobierno de Buenos Aires, o más bien el Secretario Rivadavia se empeña en arruinar el estado Eclesiástico y nuestra Santa Religión y yo estoy dispuesto a morir en esta defensa. Espero, que Ud. haga lo mismo porque de lo contrario todo lo perderemos. Primero es Dios que todo lo demás […] .”
Carta del Pbro. Pedro Ignacio de Castro Barros a Facundo Quiroga en 1822 – (Fragmento).