Estimados lectores y visitantes, hoy hemos querido compartir con ustedes este interesante e instructivo artículo de nuestro recordado Padre Antonio Mathet sobre la necesidad de restaurar en la medida de lo posible la Familia cristiana; el artículo aunque fue escrito hace casi ya tres décadas, mantiene una gran actualidad ya que los ataques de parte de las sociedades masónicas, marxistas, liberales y anticristianas en general, no han cesado sino que por el contrario cada año que pasa se fortalece sin sentir ninguna resistencia organizada de la Religión establecida.
El Padre Mathet nació en Buenos Aires, el 24 de mayo de 1932.
Luego de estudiar en el Seminario de Paraná, Fue ordenado por Monseñor Tortolo, el 8 de mayo de 1976.
Siempre fiel a la Misa de Siempre, fue capellán del Hospital Naval y posteriormente del Hospital Ferroviario, pero su negativa a celebrar con el Novus Ordo, le valió perder dichas capellanías.
Él y los Padres Hervé Le Lay y Sanchez Abelenda, fueron los primeros paladines de la Santa Misa en la Argentina.
Luego de la visita de Monseñor Lefebvre al país se unió a la Fraternidad San Pío X, en la que permaneció hasta 1989. Nuestra naciente comunidad religiosa tuvo la gracia de que nos visitara durante el verano del 1997 aquí en nuestra Casa de Vedia.
Siempre fiel a la Fe de siempre, siguió asistiendo a los fieles de Buenos Aires en su capilla particular, colaborando también con la Universidad Autónoma de Guadalajara, en Méjico.
Falleció, en la ciudad de Guadalajara, el 11 de mayo de 2002. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires.
LA RESTAURACIÓN DE LA FAMILIA
En efecto, esta última es en realidad eso, un conjunto de familias. Y en cada una de las mismas, es decir, en cada una de esas asociaciones del padre, la madre y los hijos, la base es el matrimonio.
Es el matrimonio la unión del marido y la mujer ante Dios Nuestro Señor por el Sacramento de ese nombre instituido por Nuestro Señor Jesucristo, sobre esa unión conyugal establecida por Dios desde el principio, en las personas de nuestros primeros padres Adán y Eva cuando dijo que dejaría el hombre a su padre y a su madre y estaría unido a su mujer y los dos vendrán a ser una sola carne (Gén. 1, 27-28).
Elevada esta unión entonces muchos siglos después por Jesucristo Nuestro Señor a la dignidad de Sacramento, nuestro Divino Salvador lo hizo al mismo tiempo indisoluble al decir que "no desuna el hombre lo que Dios ha unido" (Mt. 19, 3). Esta unión indisoluble bajo Sacramento del hombre y la mujer representa la unión también indisoluble de Jesucristo con la Santa Iglesia.
Dos son los fines del matrimonio: el fin primario y el fin secundario. El primario, muy por encima del secundario, tan es así que se puede decir que es el fin esencial del matrimonio, es la procreación y la educación de la prole según los mandatos de Dios. Faltando este fin falta el matrimonio; esto, quiere decir que si alguien contrajera matrimonio sin la intención de procrear y de educar a esa prole, el matrimonio no se realizaría o sea que sería inválido; tan esencial es éste fin que se puede decir que es él el que constituye el matrimonio.
El segundo fin, como dijimos más arriba, muy distante del primero es la ayuda mutua de los cónyuges. el amor recíproco y la sedación de la concupiscencia.
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