Blanca de Castilla o Blanca de Borgoña (¿Palencia?, 4 de marzo de 1188 – Melun, 1252). Infanta de Castilla, fue la novena de los doce hijos de Alfonso VIII el Noble o el de Las Navas y Leonor de Plantagenet. Era por lo tanto nieta de Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra, y de Leonor de Aquitania, sobrina por esta rama de Ricardo I, Corazón de León, y de Juan sin Tierra, ambos reyes de Inglaterra, y tía de Fernando III el Santo.
Felipe II Augusto de Francia y Juan I de Inglaterra acordaron que el heredero al trono de Francia, el futuro Luis VIII, se casara con una infanta de Castilla. Fue la mismísima y anciana Leonor de Aquitania quien en 1200 se desplazó a Castilla, donde reinaba su hija Leonor, para conocer a sus nietas y decidir cuál sería la futura “reina de la Flor de Lis”. En un principio, la intención era llevar como prometida del príncipe Luis a la entonces hija mayor soltera de los reyes de Castilla, Urraca, pero al final Leonor escoge a su segunda nieta Blanca, ya que a su parecer ella encajaría mejor en la corte de Francia. Con apenas 12 años la infanta se despide de sus padres y hermanos, saliendo con su abuela hacia Francia.
Al morir Felipe, el 14 de julio de 1223, ocupó el trono el marido de Blanca con el nombre de Luis VIII. A los tres años, Luis murió de disentería a la vuelta de una campaña militar por la que pretendía recuperar el “Mediodía francés”(territorio del sur de Francia). Blanca fue una eficaz consejera de su marido. Madre de nueve hijos, el segundo de ellos, Luis, futuro Luis IX, San Luis IX, fue proclamado en 1226 rey a la muerte de su padre contando solamente 12 años de edad. Blanca fue nombrada regente, enfrentándose a los problemas acuciantes de su tiempo, como las pugnas con Inglaterra, el conflicto con los cátaros y las presiones de la nobleza.
Una vez que su hijo mostró capacidad para llevar los asuntos del Estado, se retiró a la abadía de Maubuisson, donde murió en 1252.