De acuerdo al Código de Derecho Canónico y a una costumbre inmemorial, las mujeres tienen la obligación, aun hoy en día, de cubrir sus cabezas en presencia del Santísimo Sacramento
El uso del velo en el cristianismo es sumamente importante y no un tema que le concierne “sólo” al Código de Derecho Canónico, sino a dos milenios de Tradición de la Iglesia, extendiéndose al Antiguo Testamento y a exhortaciones en el Nuevo Testamento. Al respecto, San Pablo escribió:
1 Corintios 11, 1-16
«Sed imitadores míos, como también yo lo soy de Cristo. Os alabo porque en todo os acordáis de mí y guardáis las tradiciones con firmeza, tal como yo os las entregué. Pero quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios. Todo hombre que cubre su cabeza mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza. Pero toda mujer que tiene la cabeza descubierta mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza; porque se hace una con la que está rapada. Porque si la mujer no se cubre la cabeza, que también se corte el cabello; pero si es deshonroso para la mujer cortarse el cabello, o raparse, que se cubra. Pues el hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre. Porque el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre; pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. Por tanto, la mujer debe tener un símbolo de autoridad sobre la cabeza, por causa de los ángeles. Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre independiente de la mujer: Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; y todas las cosas proceden de Dios. Juzgad vosotros mismos: ¿es propio que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? ¿No os enseña la misma naturaleza que si el hombre tiene el cabello largo le es deshonra, pero que si la mujer tiene el cabello largo le es una gloria? Pues a ella el cabello le es dado por velo. Pero si alguno parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni la tienen las iglesias de Dios».
De acuerdo a la enseñanza de San Pablo, las mujeres deben usar el velo como signo de que la gloria de Dios, no la propia, es el centro del culto. También como signo externo del reconocimiento, y sumisión, de la autoridad, tanto de Dios como de los esposos (o de los padres, de acuerdo al caso), y del respeto a la presencia de los Santos Ángeles en la Divina Liturgia. En el uso del velo se refleja el orden divino invisible y lo hace visible. San Pablo presenta esto claramente como una ordenanza, ya que es la práctica de todas las iglesias.
LEAMOS EL TESTIMONIO DE DOS LÍDERES DE LA IGLESIA PRIMITIVA:
¿Qué hará la mujer cristiana si descuidara esta ordenanza? ¿Callará la oración espontánea de agradecimiento? ¿Se enfrentará a la tentación sin el arma de la oración? ¿Dejará de cumplir con su Señor, privando a un alma necesitada de un testimonio? ¿Desafiará al Señor y menospreciará su mandato, orando y testificando sin el velo? ¿Deshonrará a su Señor o usará el velo durante todo el día para así encontrarse todo el tiempo en comunión con su Dios, dispuesta para testificar?
—Crisóstomo (344–407 d.c.)
Pero amonestamos a las mujeres que no dejen esta disciplina del velo ni por un momento, ni siquiera por una hora.
—Tertuliano (160–222 d.c.)
El Pontifical Romano contiene el imponente ceremonial de la consagración de los velos:
“Recibid el sagrado velo, para que podáis ser conocidas como habiendo despreciado al mundo, y que verdaderamente, humildemente, y con todo vuestros corazones, sois sujetas a Cristo como sus esposas; y que Él os defienda de todo mal, y llevaros a la vida eterna”(Pontificale Romanum, de benedictione).
San Pablo dice que una mujer sin velo es un deshonor:
“Al contrario, mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra su cabeza, siendo lo mismo que si se rapase.” (1Cor. XI:5).
La iglesia conciliar, mediante el "diálogo", se propone establecer un Nuevo Ecumenismo, que permitirá la unión de todas las denominaciones y religiones sin requerir la conversión a la Fe Católica. Aparentemente, el fin es una religión mundial, una "paz" una coexistencia de todas las religiones fundidas en una sola, en la cual los Derechos de Dios y nuestros deberes hacia Él están subordinados a los Derechos del Hombre, la Justicia Social, la Dignidad de la Persona Humana y la Libertad de Conciencia.
ResponderEliminarCómo recuperar la cosmovisión cristiana en el hogar y en la educación?
ResponderEliminarFrecuentando la naturaleza y contemplando su belleza; fomentando la imaginación a través de la lectura de los buenos y de los grandes libros clásicos; integrando saberes y procurando adecuar el intelecto a la realidad; recuperando el conocimiento poético, que eleva el alma y conduce al asombro; “transversalizando” la religión y conectando con ella los saberes seculares; involucrando a los padres y formando en virtudes, en lugar de “en valores”. Esto exige una conducta ejemplar por parte de quien tiene la misión de educar: nadie puede dar lo que no tiene, ni enseñar lo que no vive.