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jefe modélico en el cumplimiento de su «oficio de rey», como dirá más tarde Luis XIV: justo para con todos, soberano cuidadoso de respetar los derechos de sus vasallos y de hacer que éstos respetasen los de la Corona , caballero que sabía manejar la espada al servicio del derecho. Por tal motivo, él, un príncipe que solía repetir:«Benditos, benditos los que siembran la paz», había de hacer la guerra para arrebatar la Santa Jerusalén de las manos de los infieles y morir en la tienda de campaña como un soldado (1270). Al leer el programa de gobierno cristiano que trazara Santo Tomás de Aquino, no se puede olvidar que, al tiempo que Tomás enseñaba en París, el rey de Francia se llamaba Luis IX. El teólogo tenía ante sus ojos su modelo.
(CONTINÚE LEYENDO Y VEA LAS FOTOS DE UNA PROCESIÓN EN LA CIUDAD DE SAN LUIS ARGENTINA)
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