The Sacrament of Penance also called Reconciliation, Forgiveness, Confession, and Conversion.
Jesus came and stood in the midst, and said to them: Peace be to you. And when he had said this, he shewed them his hands and his side. The disciples therefore were glad, when they saw the Lord. He said therefore to them again: Peace be to you. As the Father hath sent me, I also send you. When he had said this, he breathed on them; and he said to them: Receive ye the Holy Ghost. Whose sins you shall forgive, they are forgiven them; and whose sins you shall retain, they are retained.
(John Ch. 20:19-23)
The usual snare with which the devil catches the young is to fill them with shame when they are about to confess their sins. When he pushes them to commit sins, he removes all shame, as if there were nothing wrong with it, but when they are going to confession, he returns that shame magnified and tries to convince them that the priest will be shocked by their sins and will no longer think well of them. Thus the devil tries to drive souls to the brink of eternal damnation. Oh, how many lads does Satan steal from God. (St. John Bosco)
ANTHONY the Priest spent long hours in the confessional. There he was brought face to face with strange and sorrowful problems of all kinds. One penitent in particular found that, when he knelt at the feet of this young Franciscan priest, he was unable to confess his sins. The sorrow which filled his heart was so great that he simply could not speak. Anthony read that heart and and knew that it was sincerely penitent. so he said to the man, "Go home, write your sins on a piece of paper, then bring the paper back to me." The man did so. Anthony bade him read the list. Obediently the penitent started with the first. To his astonishment he saw that, as soon as he had told it, the name of each sin disappeared from the paper. So it went on. When the last sin had been confessed, the paper was perfectly blank and the penitent having witness such a great Miracle and Mercy from our Lord poured fourth tears of joys.
A Prayer to Beg the Intercession of Our Lady and the Saints Before Confession
MAY the blessed Angels and Saints of God, who rejoice in the conversion of a sinner; and above all, may thou, O Blessed Virgin, the refuge of the penitent and the Mother of Mercies, intercede for me, that the Confession which I am now going to make may not have the effect of rendering me more criminal than I am, but may procure for me the happiness of a reconciliation with my long-offended God and the grace never more to offend Him mortally.
And do thou, likewise, my good Angel, the faithful guardian of my soul and the witness of my past sins and infidelities---do thou, by thy prayers, assist me to rise again and beg that, in this holy Sacrament, I may obtain those helps which may enable me to lead a new life for the time to come. Amen
Traducción:
El Sacramento de la penitencia también llamado de la reconciliación, del perdón, la confesión y la conversión.
Jesús vino y se puso de pie en medio de sus Apóstoles y les dijo: la paz sea con vosotros, y diciendo esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor. El repitió: "¡Paz a vosotros! como me envió el Padre, así os envío yo". Después sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, le serán retenidos".
(San Juan 20:19-23)
La trampa habitual con la que el diablo atrapa a los jóvenes es a con vergüenza cuando están a punto de confesar sus pecados. Cuando los empuja a cometer pecados, él quita toda la vergüenza, como si no hubiera nada malo con ella, pero cuando se van a confesar, él regresa con esa vergüenza ampliada y trata de convencerlos de que el sacerdote se pondrá mal por sus pecados y ya no va a pensar bien de ellos. Así, el diablo trata de conducir almas al borde de la condenación eterna. Oh, cuántos muchachos le roba Satanás a DIOS. (San Juan Bosco)
San Antonio fue un sacerdote que pasó largas horas en el confesionario. Allí se encontró cara a cara con extraños que tenían tristes problemas de todo tipo. Un penitente en particular se encontró que, cuando se arrodilló a los pies de este joven sacerdote franciscano, no fue capaz de confesar sus pecados. El dolor que llenó su corazón era tan grande que simplemente no podía hablar. Antonio leyó ese corazón y sabía que estaba sinceramente arrepentido. Así que le dijo al hombre: " vete a casa, escribe tus pecados en un pedazo de papel, y luego trae el papel de vuelta a mí." el hombre lo hizo. San Antonio le pidió que leyera la lista. Obedientemente el penitente comenzó con el primero. Para su asombro vio que, tan pronto como lo había dicho, el nombre de cada pecado desapareció del periódico. Así que siguió. Cuando el último pecado había sido confesado, el papel estaba perfectamente en blanco y el penitente que había presenciado un gran milagro y misericordia de nuestro Señor derramó cuatro lágrimas de alegrías.
Una oración para suplicar la intercesión de nuestra Señora y los santos antes de confesarse
Que los benditos ángeles y santos de Dios, que se regocijan en la conversión de un pecador; y sobre todo, que tú, oh bendita Virgen, el refugio del penitente y la madre de la misericordia, interceder por mí, que la confesión que voy a realizar ahora, no tenga el efecto de hacerme más criminal de como estoy, pero puede conseguir para mí la felicidad de una reconciliación con mi Dios ofendido y la gracia nunca más para ofenderme de muerte.
Y tú, igualmente, mi buen ángel, el fiel guardián de mi alma y el testigo de mis pecados pasados y infidelidades --- Tú, por tus oraciones, me ayudas a subir de nuevo y rogar que, en este sagrado Sacramento, yo Puede obtener esas ayudas que me permitan llevar una nueva vida por el momento. Amén
Muy bella historia la de las anécdotas de el gran san antonio de Padua, yo tenía un libro viejo con estas historias y no se a quien se lo presté y traía ciento de leyendas espirituales.
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