"CRISTO HA NACIDO PARA NOSOTROS; VENID ADORÉMOSLE"
Queridos fieles, lectores y visitantes en Jesús, José y María: esta invitación que hoy nos hace la Santa Madre Iglesia, debe hacer eco en nuestras almas
El Hijo de Dios, se hizo Hijo del Hombre, para que el hombre pudiera ser hijo de Dios. Desde toda la eternidad Dios ha planeado ser uno como nosotros y elevar nuestro estatus, para de esta manera llegar a ser uno con Dios.
Antes de su nacimiento, el mundo se encontraba en una gran espera y anticipación, toda vez que el Cielo, se encontraba cerrado. Los profetas mantenían viva la esperanza, de la venida del Salvador.
Trágicamente la gente no estaba preparada, para reconocerlo y aceptarlo, cuando Él viniera. “Vino a los suyos y los suyos no lo reconocieron” pero quienes sí, lo recibieron, merecieron ser llamados hijos de Dios. El día de hoy sabemos que Cristo ha venido del Cielo y ha regresado al Cielo. De igual forma sabemos que Dios no nos ha abandonado completamente. Nos ha prometido estar con nosotros hasta la consumación de los tiempos. Es verdad que Dios está en todas partes, y por lo tanto no podemos escapar de Su presencia. Sabemos que hay una presencia más palpable, en la Sagrada Eucaristía.
Jesucristo permanece con nosotros en la verdadera Iglesia, sobre el altar, donde se oficia el verdadero Sacrificio de la Misa. De esta manera ha hecho posible, para todos nosotros cumplir Su mandato: A menos que coman la carne del Hijo del hombre… no tendrán vida en ustedes.
La humilde presencia de Dios en la tierra, en forma de creatura, continúa ahora, de una manera más humilde que antes. En las humilde forma del pan y del vino. Este es el resultado de hasta donde lo ha llevado, el amor de Dios, por nosotros. Ahora bien, lo que necesitamos considerar es, ¿qué tanto estamos dispuestos hacer para seguirlo y encontrarnos con Él? No sólo creemos en Él, sino que hemos de cumplir su Palabra.
¡Oh Rey y deseado de las naciones, Piedra angular... que unes los pueblos!
Hasta que Cristo vino a la tierra, solo el pueblo judío reconocía al verdadero Dios. En su espantosa miseria, las naciones infieles volvían los ojos hacia la verdad, mirando a la mesiánica Judea. "Del oriente vendrá la salvación", se decía y se repetía a manera de proverbio. En Efecto, EL Oriente nos trajo la salvación. El Señor no vino solo para la Judea; vino para unir judíos y gentiles, vino a unir al Pueblo elegido con los gentiles, porque la salvación que trae el Niño de Belén es para todos aquellos que lo reciben y lo aceptan y se hacen bautizar en la Fe del Padre Eterno, del Hijo Redentor y del Espíritu Santo consolador. Vino para unirlos en un solo pueblo Teocrático, y para afirmar su reinado sobre el mundo entero, y así el hombre puede llegarse confiadamente a su Rey, Señor y Salvador.
Hoy podemos decir que el Señor Jesús abandona su Trono de Luz, inaccesible a la humana criatura, trocándolo por un trono de humildad amor como lo es el pesebre, es por eso que os invitamos a acercarnos en este santo día al trono de Belén a ofrecer nuestros respetos y adoración al gran Misterio del Dios hecho hombre, para que el hombre se divinice en Cristo Jesús.
Acompañemos a la Virgen Madre, Ella que no quita sus ojos del Divino infante y al Bueno de San José que está atento a todo para custodiar al Niño recién nacido.
A todos nuestros Bienhechores, Fieles y Amigos les deseamos una Santa y Feliz Navidad.
FORMACIÓN PARA LA ACCIÓN.
ResponderEliminarEl pecado de la tibieza ataca nuestra vida interior, haciéndonos caer en la mediocridad y en la debilidad. Es un pecado muy grave con efectos nocivos para la vida interior. Tiene el antídoto de la virtud de la fortaleza.
Paralelamente, el pacifismo, suele ser el pecado que ataca a las sociedades, volviéndolas complacientes con el error y con el vicio. Es la búsqueda insensata de la paz, pero sin justicia ni amor por la Verdad. También este mal debe tener un antídoto. El heroísmo.
La Historia Universal nos presenta grandes arquetipos de hombres fuertes y de patrias heroicas, que han sabido responder con valentía cada vez que han tenido que defender la Cruz. En estos tiempos difíciles que nos toca vivir, -tal vez, no lo sabemos, tiempos terminales- hemos de volver la mirada hacia esos modelos de santidad y de heroísmo, para tratar de imitar sus gestos y sus gestas.