Tomado del Facebook de la Parroquia San Lucas Ojitlán, Oaxaca.
...tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam et portae inferi non praevalebunt adversum eam Evangelio de San Mateo, cap. 16, vers. 18
Hay quienes, ya sea por ignorancia o más bien por malicia, pretenden que el Magisterio de la Iglesia no es infalible salvo cuando define los Dogmas revelados por Dios; dicen que la Iglesia se abstrae de ese Magisterio, infalible únicamente cuando, con una Declaración Solemne define un punto de Fe o de Moral, tanto en el seno de los Concilios como en los decretos pontificios. Estas afirmaciones son, ambas, contrarias a la verdad. Para empezar, el Magisterio de la Iglesia es doble: uno Extraordinario, otro Ordinario.
El primero, el Magisterio Extraordinario, es únicamente el que se ejerce por juicio solemne, cuando surgieron ciertas dudas referentes al entendimiento de los Dogmas, o bien, por cierto, error pernicioso que amenace la pureza de la creencia o de las costumbres.
El Magisterio Ordinario, sin embargo, es el que se ejerce, bajo la vigilancia del Papa, por los Obispos Católicos repartidos por todo el mundo, bien por medio de la palabra escrita o hablada en las predicaciones y los catecismos, bien por el ejercicio del culto y de los ritos sacros , bien por la administración de los sacramentos y todas las demás prácticas y manifestaciones de la Iglesia. Estos dos géneros de Magisterio se afirman en términos expresados por el Concilio Vaticano I:
"Estamos obligados a creer, con Fe divina y Católica, en todo lo contenido en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia, tanto con un juicio solemne como con una enseñanza ordinaria y universal, propone a nuestra Creencia como revelada por Dios." (Constitución Dei Filius)
Pretender que el fiel no esté obligado a creer salvo en aquellas verdades que hayan sido objeto de una definición solemne de la Iglesia sería redundar en decir que antes del Concilio de Nicea él no tenía la obligación de creer en la Divinidad del Verbo; ni en la Presencia Real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, antes de la condena de Berengaria. En segundo lugar, la Infalibilidad del Magisterio Extraordinario y del Magisterio Ordinario no se extiende únicamente a los Dogmas que Dios ha revelado, sino también a las consecuencias que en ellos están contenidas, y en general a todo lo que con ellos es conexo, a todo lo indispensable para conservarlos intactos y protegerlos contra los ataques y las trampas del error. Sin eso, Dios no habría tomado las medidas suficientes para que los Pastores estuvieran en condiciones de preservar a los Fieles contra las fuentes envenenadas, Él no los habría provisto de los medios necesarios para asegurar eficazmente el Depósito de la Fe que a ellos se les ha encomendado."
Padre Matteo Liberatore, SI
DEFENDER LA INTEGRIDAD DEL DOGMA CATÓLICO
afirmar todas y cada una de las Verdades de Fe que la Iglesia enseña sea bien por su Magisterio Ordinario como por el Extraordinario
El Papa es infalible cuando habla desde sus oficios sobre Fe o Costumbres, sea mediante el Magisterio Extraordinario, sea desde el Magisterio Ordinario, ora mediante una Bula, ora mediante una Carta Apostólica, ora mediante una Encíclica, o bien mediante un Motu Proprio o un simple Radiomensaje. Nadie puede, pues, basándose en ellas, excluir al Magisterio Ordinario Pontificio de los modos auténticos de presentación de la Regla de Fe, tal como toda la Santa Iglesia lo ha creído desde los Tiempos Apostólicos.
Vemos pues que hay en la Iglesia un doble modo de Infalibilidad: el primero se ejerce por el Magisterio ordinario … Es por lo que, lo mismo que el Espíritu Santo, el Espíritu de Verdad permanece constantemente en la Iglesia, y la Iglesia también enseña constantemente las Verdades de la Fe con la asistencia del Espíritu Santo. Ella enseña todas las Verdades, ya estén definidas, ya estén explícitamente contenidas en el Depósito de la Revelación, pero no definidas todavía; ya, en fin, aquellas que son objeto de Fe implícita. Estas Verdades la Iglesia las enseña diariamente, tanto principalmente por el Papa como por cada uno de los Obispos en comunión con aquél. Todos, el Papa y los Obispos, en esta enseñanza ordinaria son infalibles con la infalibilidad misma de la Iglesia.
Algunos Católicos mal formados o ignorantes de la Sana Doctrina defienden heréticamente que Roma, o sea, el Papa, puede errar y seguir siendo Papa. El sensus Católico dice lo contrario: si el Papa yerra, si enseña el error, es la señal inequívoca de que no es el legítimo Papa, siguiendo la Promesa hecha a Pedro y a sus sucesores por Nuestro Señor Jesucristo, de que las puertas del infierno -las herejías- no prevalecerían, orando no por la Fe de todos, sino por la de Pedro, sobre el cual constituyó su Iglesia, "tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam et portae inferi non praevalebunt adversum eam" (Evangelio de San Mateo, cap. 16, vers. 18).
Por tanto, es OBLIGACIÓN GRAVE de todo Católico defender la integridad del Dogma, afirmar todas y cada una de las Verdades de Fe que la Iglesia nos enseña; sea por su Magisterio Ordinario, sea por su Magisterio Extraordinario, con todo lo que significan estas Verdades, con todas las consecuencias que se derivan de ellas, sin olvidar que la Fe es Una, y que si se niega la más pequeña de las Verdades de Fe, o se la pone en duda, se las niega o pone en duda a todas.
Dogma de Fe católico: "La sumisión al Papa es de humana necesidad para salvarse", por tanto, hacemos, pues, un llamado a todos los obispos y sacerdotes válidos para que cumplan de una vez con su obligación gravísima de establecer lazos de caridad para proceder a elegir un Papa. Y a todos los seglares para que adviertan a sus obispos y sacerdotes del grave pecado de omisión en el que están como acéfalos, para que éstos se pongan al servicio de los obispos que hacen todo lo que está en su mano para producir la legítima elección del Vicario de Cristo, y aquéllos establezcan visiblemente los lazos de unidad con sus iguales, con el objeto de conseguir la elección del Papa; y si no les hacen caso vayan a los legítimos pastores, porque si no les oyen es que son lobos; porque “Debe existir en la Verdadera Iglesia perfecta unidad de régimen, o sea: debe haber al frente de esa sociedad religiosa una autoridad suprema y visible, de institución divina, a la cual obedezcan todos los miembros que la forman. No basta una especie de política de amistad o buena vecindad entre un montón de jefaturas eclesiásticas desconectadas jurídicamente, es decir: independientes entre sí, sin otra cabeza suprema que un Cristo invisible y celestial cuyas palabras y mandatos interpreta cada uno a su gusto.” (R.P. Fernando Lipúzcoa. Breviario Apologético. 1954).
ResponderEliminar+Julio Aonzo, Obispo católico y romano.
Todo lo que dice el obispo Aonzo es verdad, siempre y cuando se demuestre que los impostores autollamados papas después de Pío XII son tales, y de eso ya ni hemos de hblar porque está mil veces demostrado que solo son herejes y no católicos.
ResponderEliminarLa sumisión y obediencia al Papa es algo muy esencial para cualquier bautizado, pero al no haberlo y al ser los obispos sedevacantistas carentes de toda jurisdiccion, no sé hasta dónde pueden ellos convocar a un cónclave más allá de que todos estan divididos y enemistados. La pregunta es: ¿son los sedevacantistas realmente la iglesia católica? Al parecer me atrevería a decir que no, ya que son pequeñas sectas y algunas de ellas, x no decir todas, DAÑINAS A LA FE ÍNTEGRA.
La presencia de Pedro, que es el papa reinante y no los papas que han muerto, es un antídoto puesto por el mismo Cristo para evitar los cismas. Porque, «no basta hablar de solidaridad, dice el «Catecismo Romano», pág. 232, nota 174, y de compañerismo. Si no queremos tergiversar y destruir nuestro Evangelio, es preciso llegar a la inteligencia, a la apasionada elaboración de una unidad viviente». Jesucristo edifica a Su Iglesia por medio del Sumo Pontífice, y no lo hace por medio de los papas que ya han muerto, o por el Derecho Canónico, o por los Cánones de los Concilios, o por las Encíclicas, o por medio de la Doctrina, o por las Sagradas Escrituras, o por la opinión de un líder firulete cualquiera. Antes que nada, y sobre todas las cosas, es necesario el papa y luego todo lo demás, porque si falta el papa, no hay Iglesia.
ResponderEliminarPues esto es lo que pretenden los nuevos herejes, yo no sé cuánto materiales y cuánto formales lo son, y que pululan en el mundo «tradicionalista», engañando a muchos con el truco diabólico de que, por la crisis tan terrible que ahora padece la Iglesia, es necesario esperar mejores condiciones; y los seguidores de estos pastores no se han dado cuenta de que precisamente la enormidad de la crisis hace más urgente la presencia de Pedro, para unificar a todos y luchar contra los apóstatas del Vaticano.
Es cierto que es urgente y necesaria la presencia de un Papa; pero es falso decir que sin éste no hay Iglesia.
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