Nada supera al hogar: allí aprendemos a caminar (educación física), allí aprendemos a hablar (semántica y gramática), allí aprendemos el bien del mal (ética y moral). Dale a un niño las mejores escuelas públicas, el mejor currículo educativo, pero si carece de esta base sólida en el hogar, las probabilidades están muy en su contra. Sin embargo, muchos son esos niños, que careciendo de todas estas cosas, porque tuvieron padres diligentes cultivando en ellos desde pequeños la lectura, una pasión por el descubrimiento y un fuerte sentido moral, llegaron a ser grandes hombres y mujeres que impactaron a muchos.
Padres, nunca olviden lo siguiente: La escuela pública no reemplaza el aprendizaje en el hogar. El verdadero éxito (o fracaso) del desarrollo de un niño no radica en la calidad de la escuela pública (o privada) a la que es enviado. La clave está en la esmerada instrucción y atención que recibe en casa de los padres: los primeros y principales educadores del niño. Especialmente cierto dado nuestro tiempo, donde las escuelas se están convirtiendo en caldo de cultivo de todo tipo de ideologías irracionales, inmorales y anticientíficas, produciendo una generación con mucha escolarización pero poca o ninguna educación.
"Las mejores lecciones que he aprendido fueron en las rodillas de mi madre ... Todo lo que soy, o espero ser, se lo debo a mi ángel madre".
– Abraham Lincoln, 16.º presidente de los EE.UU.
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