Hay neocones que se duelen sinceramente por la calamidad actual en la Iglesia; pugnan por hacer un diagnóstico realista de la realidad desde el II Concilio Vaticano; ven que en toda la movida del "aggiornamiento", la "apertura", algo salió muy mal en el postconcilio.
Intentan una explicación con obstáculos al verdadero desarrollo del verdadero concilio; con misteriosas filtraciones de ideologías mundanas en el postconcilio, en una suerte de ósmosis...la revolución sexual, la revolución de Mayo 68 francés...el "comunismo"....
Hay malabares conceptuales patéticos, y a veces hasta fragmentos de verdades, pero hay una suerte de decisión fanática, una suerte de alienado "negacionismo":de empecinamiento demencial en no aceptar la Realidad clara y evidente; el desastre actual es consecuencia lógica y fatal de los textos conciliares, y luego los consejos de los Papas para aplicarlos, y su aplicación práctica por los mismos Papas.
La secularización desaforada, la degradación de los Sacramentos, la aniquilación del sacerdocio y la vida religiosa; la pérdida de vocaciones sacerdotales y religiosas, el indiferentismo descarado, la profanación, el disparate y la irreverencia en la litúrgica. La aceptación de toda inmoralidad y degeneración en la práctica y también ya en el nuevo "magisterio"; la idolatría nunca vista; la genuflexión servil y obscena ante los poderes mundanos anticristianos; la absoluta inercia inepta y cobarde -cuando no la aquiescencia explícita- de la grandísima mayoría de la jerarquía ante todo el desastre: la confusión y la Apostasía al fin y al cabo: todo esto; es el fruto lógico y fatal -repitámoslo- del mimetismo con el mundo, el "aggiornamiento" conciliar y el repudio y abandono de la Tradición Católica y el Culto de siempre.
Decíamos, ciertos neoconservadores hermenéuticos de la continuidad, siguen empecinados en la continuidad del II Concilio con la Iglesia, pero ven que algo se ha roto grávemente.
Pero insistamos: no quieren reconocer la causa inmediata de la debacle: el II Concilio: la ambigüedad, la indeterminación, pero también los gravísimos errores modernistas, liberales y protestantizantes de sus documentos: la ruptura fáctica, -aunque cubierta con ambigüedades y la "hermenéutica de la Continuidad"- con la Tradición de la Iglesia de Cristo.
Estos neocones son como un preso que cuenta con la llave de su celda en la mano, pero histericamente se golpea la cabeza contra los barrotes de metal y llora; pero no quiere usar la llave y abrir la puerta y jugarse a salir de la cárcel y aspirar el aire puro de la libertad.
Son como la mujer de Lot, en camino a la libertad, sigue empecinada en mirar atrás hacia la ciudad maldita, ansiando todavía "los buenos tiempos" "restaurativos" de Juan Pablo II y Benedicto XVI...Será tristemente estatua de sal..
Son como el elefante domesticado que es atado a un pequeño palo enterrado en el suelo con una soga; la pobre bestia tira de la soga para irse, pero cuando encuentra una cierta resistencia, deja de tirar.....Si pegara un tirón enérgico rompería el palito y tendría la libertad a su alcance, pero ya no se anima: se ha resignado; apegado tristemente a su encadenamiento...
Estos neocones doloridos pero aferrados a la mentira, deberían tomar la decisión valiente, veraz, de aceptar la Realidad: La Verdad los hará libres!:
El II Concilio rompió con la Tradición de la Iglesia de Cristo; y la única solución es volver a la Tradición y el culto de siempre. Reconocer que NO HAY NINGUNA RESTAURACIÓN POSIBLE, desde el neomodernismo liberal, como aquella que presuntamente intentaron sus ídolos en décadas pasadas; que en realidad no fue otra cosa que limar las aristas mas odiosas del modernismo y liberalismo y la protestantización revolucionarios para hacerlos pasar por Catolicismo. Fue gatopardismo de la mas pura cepa. Cosmético, pomadita y perfume sobre la gangrena.
Solo hay una solución: volver a la Iglesia de Cristo y su Tradición, como ya lo había adelantado Mons. Marcel Lefebvre; el cual había profetizado clarividéntemente este desastre y la apostasía que hoy vemos.