Padre Mateo Crawley
(1875-1956)
(1875-1956)
Los reyes y gobernantes podrán conculcar las tablas de tu ley; pero, al caer del sitial del mando en la tumba del olvido, tus súbditos seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!
Los legisladores dirán que tu Evangelio es una ruina, y que es deber eliminarlo en beneficio del progreso…; pero al caer despeñados en la tumba del olvido, tus adoradores seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Los malos ricos, los altivos, los mundanos dirán que tu moral es de otro tiempo, que tus intransigencias matan la libertad de la conciencia…; pero, al confundirse con las sombras de la tumba y del olvido, tus hijos seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Los interesados en ganar alturas y dineros, vendiendo falsa libertad y grandeza a las naciones…, chocarán con la piedra del Calvario y de tu Iglesia, y al bajar aniquilados a la tumba del olvido, tus apóstoles seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Los heraldos de una civilización materialista, lejos de Dios y en oposición al Evangelio…, morirán un día envenenados por sus maléficas doctrinas; y al caer a la tumba del olvido, maldecidos por sus propios hijos, tus consoladores seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Los fariseos, los soberbios y los impuros habrán envejecidos estudiando la ruina, mil veces decretada, de tu Iglesia…; y al perderse, derrotados en la tumba del olvido, tus redimidos seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Sí, que viva. Y al huir de los hogares, de las escuelas, de los pueblos, Luzbel, el ángel de tinieblas, al hundirse eternamente encadenado a los abismos, tus amigos seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
¡Viva en el triunfo de tu Eucaristía y de tu Iglesia! ¡Viva para siempre Cristo Rey!.
Los interesados en ganar alturas y dineros, vendiendo falsa libertad y grandeza a las naciones…, chocarán con la piedra del Calvario y de tu Iglesia, y al bajar aniquilados a la tumba del olvido, tus apóstoles seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Los heraldos de una civilización materialista, lejos de Dios y en oposición al Evangelio…, morirán un día envenenados por sus maléficas doctrinas; y al caer a la tumba del olvido, maldecidos por sus propios hijos, tus consoladores seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Los fariseos, los soberbios y los impuros habrán envejecidos estudiando la ruina, mil veces decretada, de tu Iglesia…; y al perderse, derrotados en la tumba del olvido, tus redimidos seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
Sí, que viva. Y al huir de los hogares, de las escuelas, de los pueblos, Luzbel, el ángel de tinieblas, al hundirse eternamente encadenado a los abismos, tus amigos seguiremos exclamando: ¡Viva Cristo Rey!.
¡Viva en el triunfo de tu Eucaristía y de tu Iglesia! ¡Viva para siempre Cristo Rey!.
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