“Isabel, hija de Andrés II, Rey de Hungría, comenzó a temer a Dios desde pequeña; y a medida que crecía, también crecía en piedad. Casada con Ludovico Landgrave de Hesse y Turingia, cumplió sus deberes para con Dios con no menos cuidado que para con su marido. De hecho, se levantaba por la noche para asistir a la oración durante mucho tiempo; y, dedicándose a diversas obras de caridad, sirvió a las viudas, a los huérfanos, a los enfermos, a los indigentes y, cuando azotaba una cruel hambruna, distribuía generosamente las provisiones de su casa. Dio cobijo a los leprosos y les besó las manos y los pies. Construyó un magnífico hospital para tratar y apoyar a los pobres. Después de la muerte de su marido, para servir más libremente a Dios, dejó a un lado toda vestimenta mundana y, vestida con una tosca sotana, entró en la orden de los Penitentes de San Francisco [la Tercera Orden], distinguiéndose sobre todo por la virtud de la paciencia y la humildad. . Porque, despojada de todo bien, expulsada de su palacio, abandonada por todos, soportó con invencible valentía los insultos, los sarcasmos y las calumnias, gozándose también inmensamente de sufrir tales cosas por Dios. Rebajándose al nivel más vil de servicio a los pobres y enfermos, les proporcionó todo lo que necesitaban, contentándose únicamente con hierbas y legumbres para su nutrición. Habiendo pasado su vida muy religiosamente en estas y muchas otras obras santas, llegó finalmente el fin de su peregrinación, que ya había predicho a sus servidores. Mientras, fijando los ojos en el cielo, se entretenía en la contemplación divina, se durmió en el Señor el 17 de Noviembre de 1231], después de haber sido maravillosamente asistida por Dios y consolada por los sacramentos. Inmediatamente se realizaron muchos milagros en su tumba. Reconocida y aprobada canónicamente, Gregorio IX la inscribió en la lista de los santos el 27 de mayo de 1235"
Realmente era otro mundo, otra sociedad, otra idiosincrasia porque uno no puede entender hoy día como en aquellos tiempos las mujeres cristianas, reinas, matronas y gente muy rica practicaban la virtud de la humildad y de la misericordia con las personas más necesitadas es admirable ver de estas santas y también en muchos santos
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