Papado: es el oficio de un Papa, sucesor de San Pedro, el cual fue fundado sobre San Pedro como cabeza de la Iglesia cristiana por nuestro Señor Jesucristo (Mat. 16, 18-20; Juan 21, 15-17). Los obispos de Roma son los sucesores de San Pedro. Ellos poseen la misma primacía en la Iglesia cristiana que San Pedro ostentó en la Iglesia apostólica.
Magisterio: es la enseñanza con autoridad de la Iglesia Católica, ejercida por un Papa, sea por el magisterio ordinario y universal o por solemne juicio (los pronunciamientos ex cathedra). No todos los pronunciamientos de un Papa verdadero son enseñanzas del magisterio. Un Papa habla magisterialmente cuando cumple ciertas condiciones (que fueron definidas en el Concilio Vaticano I). Son fieles al magisterio quienes son fieles a todo lo que magisterialmente han enseñado los Papas a través de la historia, tal como la Iglesia Católica siempre lo ha mantenido.
Ex cathedra: quiere decir “desde la Silla” (o cátedra) en latín. Esto se refiere a cuando un Papa habla infaliblemente desde la Cátedra de San Pedro, siempre y cuando se cumplan las condiciones para que sea un pronunciamiento infalible. Puesto que tal pronunciamiento es irreformable (inmutable) ―porque constituye un dogma que Cristo reveló a la Iglesia―, todo aquel que niega o rechace un pronunciamiento ex cathedra de un Papa comete herejía y pecado mortal.
Papa Pío IX, Concilio Vaticano I, 1870, sesión 4, cap. 4: “… el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra―esto es, cuando cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, define por su suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre la fe y costumbres debe ser sostenida por toda la Iglesia universal―, por la asistencia divina que fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia”[1].
Revelación Divina/Dogma: Las enseñanzas de la revelación divina son las verdades que enseñó Jesucristo. La Iglesia Católica enseña que las dos fuentes de la revelación divina son la Sagrada Escritura y la santa Tradición; su contenido verdadero está expresado en el magisterio de la Iglesia Católica. La revelación divina terminó con la muerte del último apóstol. El dogma es inmutable. Cuando un Papa define un dogma, no significa que a partir de ese momento él hace que sea verdadero, sino más bien define solemnemente, sin errar, aquello que siempre ha sido considerado verdadero desde la muerte del último apóstol. Los dogmas deben ser creídos tal como la Iglesia “una vez declaró”, sin apartarse de ese sentido bajo pretexto de “una más alta inteligencia”.
Papa Pío IX, Primer Concilio Vaticano, sesión 3, cap. 2 sobre la Revelación, 1870, ex cathedra: “De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia”[2].
Papa Pío IX, Primer Concilio Vaticano, sesión 3, cap. 4, canon 3: “Si alguno dijere que puede suceder que,según el progreso de la ciencia, haya que atribuir alguna vez a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto del que entendió y entiende la misma Iglesia, sea anatema”[3].
Hereje: persona bautizada que rechaza un dogma de la Iglesia Católica. Los herejes, por haber rechazado una enseñanza obligatoria de la fe, quedan excomulgados automáticamente (ipso facto) de la Iglesia, sin ninguna declaración.
Papa León XIII, Satis cognitum, #9, 29 de junio de 1896: “De que alguno diga que no cree en esos errores (esto es, las herejías que acaba de enumerar), no se sigue que deba creerse y decirse cristiano católico. Pues puede haber y pueden surgir otras herejías que no están mencionadas en esta obra, y cualquiera que abrazase una sola de ellas cesaría de ser cristiano católico”[4].
Papa San Pío X, Editae saepe, #43, 26 de mayo de 1910: “Es un hecho cierto y bien establecido que no hay ningún otro crimen que ofenda a Dios tan gravemente, ni que provoque su gran ira, como es el vicio de la herejía”[5].
Cismático: persona bautizada que niega estar en comunión con el Papa verdadero o con los verdaderos católicos. Casi siempre los cismáticos son herejes. Los cismáticos también incurren en excomunión automáticamente.
Apóstata: persona bautizada que no solamente niega una o más verdades de la fe católica, sino que además, abandona por completo la fe cristiana. Los apóstatas también incurren en excomunión automáticamente.
Antipapa: es quien pretende falsamente ser el Papa (es decir, es un reclamante falso que pretende ser el obispo de Roma). Ha habido más de cuarenta antipapas en la historia de la Iglesia, algunos de ellos reinaron en Roma. La revolución del Vaticano II fue realizada por hombres que son y fueron antipapas que se hicieron pasar falsamente como Papas verdaderos.
Sedevacante/posición sedevacantista: Sede en latín significa “silla”, “sede” o “cátedra”, y vacante en latín significa “vacía”. Un período sedevacante es un período cuando no hay Papa: la Silla, Sede o Cátedra de San Pedro está vacía. Esto ocurre normalmente después de la muerte de un Papa o después de su dimisión como Papa; esto ha ocurrido más de 200 veces en la historia de la Iglesia, y en algunos casos duró varios años. Los doctores de la Iglesia también enseñan que la Sede de Pedro podría quedar vacante si un Papa llegara a convertirse en hereje manifiesto. La posición sedevacantista describe la posición de los católicos que sostienen que la Sede o Cátedra de San Pedro está actualmente vacante porque puede probarse que el hombre que está en Roma es un hereje público, y por tanto, no puede ser un verdadero Papa.
Vaticano II: "concilio" que tuvo lugar entre los años 1962-1965. El conciliábulo Vaticano II pretendió ser un concilio general de la Iglesia Católica, pero en realidad fue un “concilio usurpador”, revolucionario, que enseñó doctrinas condenadas por la Iglesia Católica. El Vaticano II trajo una nueva religión, y fue responsable por los increíbles frutos malísimos y cambios revolucionarios que a posterior sucedieron.
Secta del Vaticano II: esta frase describe a la falsa Iglesia que surgió del conciliábulo Vaticano II, la cual está profetizada en la profecía católica y en la Sagrada Escritura.
Novus Ordo Missae: es el latín de Nuevo Orden de la Misa; se refiere a la Nueva Misa promulgada por Pablo VI, el 3 de abril de 1969.
Iglesia del Novus Ordo: Es básicamente sinónimo del término “secta del Vaticano II”, que describe la falsa Iglesia del Vaticano II, la Nueva Misa y a todos los que se adhirieren a ella.
Católico tradicionalista: persona que simplemente es un católico que adhiere a la fe católica de todos los tiempos, a todos los dogmas proclamados por los Papas, y a los ritos tradicionales de la Iglesia. Un católico tradicionalista no acepta la falsa religión del Vaticano II ni la Nueva Misa (el Novus Ordo) porque esas novedades están en contradicción con la doctrina católica.
Falso tradicionalista: persona que se adhiere a la fe católica tradicional en ciertas formas (ya sea en la resistencia al ecumenismo o a partes del Vaticano II), pero también sostiene alguna fidelidad hacia la falsa secta del Vaticano II. La lealtad de los “falsos tradicionalistas” a la secta del Vaticano II ocurre normalmente porque ellos aceptan como Papas legítimos a los “Papas” post-Vaticano II, siendo que puede probarse que los “Papas” post-Vaticano II son antipapas.
Ecumenismo: se refiere a las enseñanzas del Vaticano II y de los “Papas” post-Vaticano II que dicen que hay que respetar, unirse, rezar, y estimar a las falsas religiones. El “ecumenismo”, tal como es practicado y enseñado por la secta del Vaticano II, está condenado directamente por la enseñanza católica, por los Papas y por toda la tradición de la Iglesia. Esto es porque este falso ecumenismo coloca a la Religión verdadera en pie de igualdad con las falsas religiones, y coloca al Dios verdadero en igualdad con los falsos dioses. Dicen algunos que, estrictamente hablando, el ecumenismo se refiere a la práctica herética de unirse con las sectas protestantes y cismáticas, y que el diálogo interreligioso se refiere a la práctica con las religiones no católicas. Sin embargo, hoy en día, los dos términos son casi sinónimos.
Fuentes:
↑ [1] Denzinger, El Magisterio de la Iglesia, Editorial Herder, 1963, no. 1839.
↑ [2] Denzinger 1800.
↑ [3] Denzinger 1818.
↑ [4] Claudia Carlen, The Papal Encyclicals [Las Encíclicas Papales], Raleigh: The Pierian Press, 1990, vol. 2 (1878-1903), p. 393.
↑ [5] The Papal Encyclicals, vol. 3 (1903-1939), p. 125.
Tomado de: http://www.vaticanocatolico.com/
" … Oigan esta máxima, ustedes, católicos llenos de temeridad que tan rápidamente adoptan las ideas y el lenguaje de su tiempo, que hablan de reconciliar la fe y la Iglesia con el espíritu moderno y con la nueva ley. Y ustedes que aceptan con tanta alegría la ocupación más peligrosa que nuestra época orgullosamente llama “Ciencia”, miren hasta qué punto se extravían del programa propuesto por el apóstol, “Querido Timoteo, conserva el bien que te ha sido confiado. Evita la impiedad de una vana palabrería y las objeciones de una pretendida ciencia.” (1 Timoteo 6:20) Estén en guardia. Con tales temeridades uno se va más lejos de lo que se imaginaba al principio. Y al colocarse en esa pendiente de novedades profanas, obedeciendo la corriente de la mal-llamada ciencia, muchos han perdido la Fe.
ResponderEliminar¿No han sentido tristeza a menudo, y miedo, venerables hermanos míos, al oír el lenguaje de ciertos hombres, que se creen aún hijos de la Iglesia, hombres que todavía practican ocasionalmente como católicos y se acercan a la Mesa del Señor? ¿Les consideran aún hijos, les consideran aún miembros de la Iglesia, los que arropándose con frases ambiguas como “aspiraciones modernas” y la “fuerza del progreso y la civilización”, proclaman la existencia de una “conciencia de los laicos”, de una conciencia secular y política en oposición a la “conciencia de la Iglesia”, contra la que se abrogan el derecho de reaccionar, para corregirla y renovarla? ¡Ay, tantos pasajeros y hasta capitanes, los que, creyéndose dentro de la barca, juegan con novedades profanas y la ciencia mentirosa de su tiempo, ya están hundidos en el abismo."
Louis-Édouard-François-Desiré Pie (1815-1880), mejor conocido como el Cardenal Pie
Homilía, 25 de noviembre, 1864