El padre Sanchez. junto al arzobispo Lefebvre |
Nació en Nogoyá, Entre Ríos, Argentina en el año 1929.
El mismo solía contar que sintió la vocación sacerdotal a la muy temprana edad de cinco años. Fue ordenado sacerdote en el año 1953; estudió en la Universidad Gregoriana de Roma en dónde obtuvo el doctorado en filosofía.
Durante el “Concilio Vaticano Segundo” defendió las tesis tradicionales frente al avance modernista.
Activo en la docencia y en la vida pública nacional, ocupó el cargo de decano de la facultad de filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Su vida fue un ejemplo de coherencia entre su inteligencia y su libertad, que dirigió con férrea voluntad hacia un destino prefijado: la salvación de su alma, halagando a Dios en la búsqueda constante de la salvación de los demás.
El mismo solía contar que sintió la vocación sacerdotal a la muy temprana edad de cinco años. Fue ordenado sacerdote en el año 1953; estudió en la Universidad Gregoriana de Roma en dónde obtuvo el doctorado en filosofía.
Durante el “Concilio Vaticano Segundo” defendió las tesis tradicionales frente al avance modernista.
Activo en la docencia y en la vida pública nacional, ocupó el cargo de decano de la facultad de filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Su vida fue un ejemplo de coherencia entre su inteligencia y su libertad, que dirigió con férrea voluntad hacia un destino prefijado: la salvación de su alma, halagando a Dios en la búsqueda constante de la salvación de los demás.
Fiel a su sacerdocio católico, lo consideró como una verdadera milicia; con su fuerte carácter y convicción interior, que dejaba ver en cada uno de sus actos, se enfrentó en duro pero desigual combate con “el príncipe de este mundo”; se opuso a la apostasía generalizada y a sus agentes, de cualquier jerarquía que fuesen, poniéndolos en evidencia con singular valentía.
Para él, como para todo buen sacerdote, la Santa Misa era el acto más importante de su vida; defendió el rito tradicional, la Misa de su ordenación sacerdotal como nadie. Nunca dejó de rezar la Misa de Siempre; era la Misa que había aprendido en el Seminario de Paraná. Su pensamiento se reducía a una frase, que repetía con asiduidad: “Tengo un solo Dios, una sola madre, una sola Misa”.
Lo tentaron con una vida más cómoda, rezar la Misa en una de las iglesias importantes por su concurrencia y ubicación en la ciudad de Buenos Aires; pero no aceptó, pues consideraba que no podía rezar la Misa verdadera donde un rato antes y un rato después se celebraría la nueva misa. Lo contrario, entendía él, hubiera sido una claudicación.
Sus dos grandes amores fueron Dios y la Patria, motivo por el cual en cierta forma y a pesar de todo lo expuesto le costó ser sacerdote. Porque esos amores lo llevaron a luchar arduamente en el ámbito eclesial y en el mundo para imponer la Verdad. Todas sus Misas terminaban con una frase que sintetizaba su sentimiento: “Virgen de Luján, salva a nuestra Patria”.
Recuerdo que siendo yo, aún seminarista por el año 1993 y encontrándome un 20 de Noviembre –día de la Soberanía Nacional- en la Vuelta de Obligado (San Pedro Bs.As.), y a la pregunta que le hice sobre el futuro de la Iglesia y de la Argentina, me respondió lisa y llanamente: que la restauración de la Iglesia y de la Patria solo se daría por intervención divina, y tenía razón, ya que cada día que pasa tristemente vemos como se va instaurando un Gobierno Mundialista anticristiano y una Religión sincretista que adora al hombre y sus "derechos" contra los Derechos de Dios.
El Padre Sanchez Abelenda, fue un apasionado defensor de la Fe Católica y jamás aceptó diálogo alguno con los promotores de la destrucción de la Santa Iglesia; falleció solo en su departamento en la ciudad de Buenos Aires en el año 1996.
Encarecidamente pedimos una oración por el eterno descanso de su alma.
Padre Mauricio María Zárate.
Para él, como para todo buen sacerdote, la Santa Misa era el acto más importante de su vida; defendió el rito tradicional, la Misa de su ordenación sacerdotal como nadie. Nunca dejó de rezar la Misa de Siempre; era la Misa que había aprendido en el Seminario de Paraná. Su pensamiento se reducía a una frase, que repetía con asiduidad: “Tengo un solo Dios, una sola madre, una sola Misa”.
Lo tentaron con una vida más cómoda, rezar la Misa en una de las iglesias importantes por su concurrencia y ubicación en la ciudad de Buenos Aires; pero no aceptó, pues consideraba que no podía rezar la Misa verdadera donde un rato antes y un rato después se celebraría la nueva misa. Lo contrario, entendía él, hubiera sido una claudicación.
Sus dos grandes amores fueron Dios y la Patria, motivo por el cual en cierta forma y a pesar de todo lo expuesto le costó ser sacerdote. Porque esos amores lo llevaron a luchar arduamente en el ámbito eclesial y en el mundo para imponer la Verdad. Todas sus Misas terminaban con una frase que sintetizaba su sentimiento: “Virgen de Luján, salva a nuestra Patria”.
Recuerdo que siendo yo, aún seminarista por el año 1993 y encontrándome un 20 de Noviembre –día de la Soberanía Nacional- en la Vuelta de Obligado (San Pedro Bs.As.), y a la pregunta que le hice sobre el futuro de la Iglesia y de la Argentina, me respondió lisa y llanamente: que la restauración de la Iglesia y de la Patria solo se daría por intervención divina, y tenía razón, ya que cada día que pasa tristemente vemos como se va instaurando un Gobierno Mundialista anticristiano y una Religión sincretista que adora al hombre y sus "derechos" contra los Derechos de Dios.
El Padre Sanchez Abelenda, fue un apasionado defensor de la Fe Católica y jamás aceptó diálogo alguno con los promotores de la destrucción de la Santa Iglesia; falleció solo en su departamento en la ciudad de Buenos Aires en el año 1996.
Encarecidamente pedimos una oración por el eterno descanso de su alma.
Padre Mauricio María Zárate.
Cuente con esa oración de mi parte Padre ....Todas las peripecias que debió soportar en este mundo por ser fiel a Cristo y a la Verdaders Iglesia, creo que hoy , tienen su recompensa en el Cielo.
ResponderEliminarUn combatiente del Ejército de Dios .
ResponderEliminarRezaremos por su alma valiente y noble y para que su testimonio nos sirva de ejemplo y nos aliente a defender la Verdad y la Fé Católica.
ResponderEliminarTuve el honor de conocer al P. Sanchez Abelenda, él entronizó la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en mi casa, fue realmente un gran luchador de la fe, solía contar que muchas veces encontraba más comprensión y compañia entre los borrachos que entre los propios curas -modernistas- . Renunció a todos sus cargos universitarios para no transigir con el error y los cambios liturgicos y doctrinales. Era bien sedevacante al igual que el padre Mathet y Le lay, que Dios los tenga en su Gloria.
ResponderEliminarQue Dios lo tenga en su Gloria..
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