Cinco meses después de la promulgación de la Nueva Misa, por el decreto del 6 de abril de 1969 (día de Pascua), un obispo brasileño le escribió una carta a "Pablo VI" donde le decía que esta última era inadmisible en su diócesis.
En la primavera de 1969, Juan Bautista Montini -alias- Pablo VI decretó la institución de una Nueva Misa para la Nueva Iglesia emanada del "concilio" Vaticano segundo recientemente finalizado. No solo fue un escándalo por su acercamiento a la concepción Protestante de la cena, sino también un intento de aplastar el rito bimilenario de la Iglesia para efectuar su sustitución.
Cuando Monseñor Antonio de Castro Mayer, obispo de Campos (Brasil), recibió la carta de promulgación del nuevo rito, no dijo una palabra, sino que llamó un automóvil y un chófer, luego pidió que lo llevaran al seminario diocesano, al extremo norte de la diócesis, a 150 km de Campos. Después de un día de camino en angustioso silencio, entró al seminario con la carta aún en la mano y, con un aspecto pálido, tenso y consternado, se la entregó al Padre José Possidente, director del seminario. Y entonces habló por primera vez desde que había abierto y leído la carta: “No es posible, no es posible; no lo aceptaré”, y las lágrimas brotaron de sus ojos.
Una gran tristeza se apoderó del obispo y, en su alma, este dolor, un dolor sentido por todos los fieles que conocían y amaban la Misa, nunca se terminó. Este yugo no fue fácil de llevar; esta carga no era ligera. Pero eso no cambiaría su sentido del deber. Se le había encomendado una tarea y continuaría haciéndola. Debía preservar la fe en su diócesis y ahora también la Misa. Se armó con las armas de un obispo: mitra, báculo y anillo, signos de autoridad que le fueron dados en su consagración, y tomó la pluma. Cinco meses después, el "Pablo VI" recibió en Roma la siguiente carta:
Beatísimo Padre:
Habiendo examinado atentamente el Novus Ordo Missæ que entrará en vigor el próximo día 30 de noviembre, después de mucho rezar y reflexionar juzgué mi deber, como sacerdote y como obispo, presentar a Su Santidad mi angustia de conciencia, y formular, con la piedad y confianza filiales que debo al Vicario de Jesucristo, una súplica.
El Novus Ordo Missæ, tanto por las omisiones y cambios que introduce en el Ordinario de la Misa, como por muchas de sus normas generales que indican el concepto y la naturaleza del nuevo Misal, no expresa, en sus puntos esenciales, como debería, la Teología del Santo Sacrificio Eucarístico, establecida por el Sacrosanto Concilio de Trento en su sesión XXII. Es este un hecho que la simple catequesis no consigue contrarrestar. En el apéndice adjunto las razones que, a mi juicio, justifican esta conclusión.
Los motivos de índole pastoral que, eventualmente, podrían ser alegados en favor de la nueva estructura de la Misa, en primer lugar, no pueden llegar al punto de dejar en el olvido los argumentos de índole dogmática que militan en sentido contrario; y, en segundo lugar, no parecen consistentes.
Los cambios que han precedido y preparado el Novus Ordo Missæ no han contribuido a aumentar la Fe y la piedad de los fieles. Al contrario, nos han dejado llenos de aprensión, una aprensión que aumentó por el Novus Ordo, por cuanto este favoreció la idea de que no hay nada inmutable en la Santa Iglesia, ni siquiera el Santo Sacrificio de la Misa.
Además, como señalo en las hojas adjuntas, el Novus Ordo no solo no inspira fervor, sino que extingue la Fe en las verdades centrales de la vida católica, como la Presencia Real de Jesús en la Santísima Eucaristía, la realidad del Sacrificio propiciatorio, o el sacerdocio jerárquico.
Cumplo así un imperioso deber de conciencia suplicando humilde y respetuosamente a Su Santidad que se digne, mediante un acto positivo que elimine cualquier duda, autorizarnos a continuar con la utilización del Ordo Missæ de San Pío V, cuya eficacia en la dilatación de la Santa Iglesia, y en el fervor de sacerdotes y fieles, recuerda Su Santidad con tanta unción.
Estoy seguro de que la Paternal Benevolencia de Su Santidad no dejará de disipar las perplejidades que angustian mi corazón de sacerdote y obispo.
Postrado a los pies de Su Santidad, con humilde obediencia y filial piedad, imploro Vuestra Bendición Apostólica.
Monseñor de Castro Mayer, Campos, 12 de septiembre de 1969
(Datos, vida y obra de Mons. de Castro Mayer...:) https://es.metapedia.org/wiki/Ant%C3%B4nio_de_Castro_Mayer