Es una práctica profundamente cristocéntrica que ha sido fomentada por numerosos santos a lo largo de los siglos. Bajo “la luz de la sagrada Escritura, la expresión ‘Corazón de Cristo’ designa el misterio mismo de Cristo, la totalidad de su ser, su persona considerada en el núcleo más íntimo y esencial: Hijo de Dios, sabiduría increada, caridad infinita, principio de salvación y de santificación para toda la humanidad. El ‘Corazón de Cristo’ es Cristo, Verbo encarnado y salvador, intrínsecamente ofrecido, en el Espíritu, con amor infinito divino-humano hacia el Padre y hacia los hombres sus hermanos”.
Entre las múltiples costumbres devotas relacionadas con el Sagrado Corazón está la tradicional ‘entronización’ o ‘consagración’ del hogar (y del corazón) a Jesús. En particular, Jesús prometió a santa Margarita María Alacoque que “bendeciré los hogares en los que se muestre y venere una imagen de Mi Corazón”.
Además, santa Margarita María Alacoque escribió una oración personal de consagración que puede usarse cuando uno mismo o una familia se consagra al Sagrado Corazón.
Me entrego al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo, consagro sin reservas, mi persona, mi vida, mis obras, mis dolores y sufrimientos. Este es mi propósito inmutable: ser enteramente Suyo y hacer todas las cosas por Su amor. Al mismo tiempo renuncio de todo corazón a todo aquello que Le desagrade.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero tenerte como único objeto de mi amor. Sé pues, mi protector en esta vida y garantía de la vida eterna. Sé fortaleza en mi debilidad e inconstancia. Sé propiciación y desagravio por todos los pecados de mi vida. Corazón lleno de bondad, sé para mí el refugio en la hora de mi muerte y mi intercesor ante Dios Padre. Desvía de mí el castigo de Su justa ira. Corazón de amor, en Ti pongo toda mi confianza. De mi maldad todo lo temo. Pero de Tu Amor todo lo espero. Erradica de mí, Señor, todo lo que Te disguste o me pueda apartar de Ti. Que Tu amor se imprima tan profundamente en mi corazón que jamás Te olvide yo y que jamás me separe de Ti.
Señor y Salvador mío, te ruego, por el amor que me tienes, que mi nombre esté profundamente grabado en tu Sagrado Corazón; que mi felicidad y mi gloria sean vivir y morir en Tu servicio. Amén.
Sea cual sea el método que uses para consagrar tu hogar al Sagrado Corazón, el énfasis debe recaer en la preparación espiritual. No es simplemente una actividad en la que colocas una imagen de Jesús en un lugar notorio de tu hogar. Similar a la consagración al Inmaculado Corazón de María, se centra en unir el corazón al de Jesús para que sea uno con Él en todas las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario