Reflexión

INDISPENSABLE REFLEXIÓN

Sobre el Sedevacantismo se ha dicho lo que se ha querido, muchos han opinado sobre esta posición teológica y canónica católica sin conocer en profundidad sus verdaderos orígenes y desarrollo, sus verdaderos protagonistas --eclesiásticos de la mayor relevancia jerárquica como intelectual--, sus verdaderos y graves fundamentos dogmáticos, su imperiosa razón de defender a los católicos de la grave apostasía y cisma en el que ahora viven y malviven. Paradójica y curiosamente sus máximos enemigos y detractores han sido aquellos que se dicen "defensores de la tradición católica", estos son los falsos tradicionalistas, todos ellos ex miembros de la FSSPX a la cual hoy día calumnian y difaman con un diabólico resentimiento; dirigidos por una élite infiltrada con psudosteólogos que inventaron laberínticas "tesis" rabínicas-dominicas-jesuíticas, y de una gran malicia al servicio del complot judeo-masónico, y secundados por la complicidad y servilismo de una mayoría de incautos que movidos siempre por la ingenuidad de una cómoda negligencia se alimentan de las "teologías" y de los "teólogos" del facebook o de los blog de la internet. Frente a todos estos paracaidístas devenidos en estos últimos meses al "sedevacantismo" los hay de muchos colores, entre ellos contamos a los desilucionados por el coqueteo de Jorge Bergoglio con los Protestantes, Judíos y Musulmanes, como si Ratzinger, Wojtila y Montini no lo hubiesen hecho antes, estos nuevos "sedevacantistas" creen que solo Bergoglio es hereje formal y material y por lo tanto no es papa, pero los muy incautos "ignorantes en la cuestión" aceptan la misa nueva y los sacramentos dados con el nuevo ritual inválido e ilegítimo de Paulo VI. Los Católicos fieles creemos firmemente que el último Papa de la Iglesia Católica Apostólica Romana fue S.S Pío XII y que de allí por defecto y consecuencia de la Grana Apostasía ha cesado la institución del cónclave y cualquier iniciativa al respecto, solo será una delirante intentona.

martes, 4 de agosto de 2020

REALMENTE FUE UN PROFETA DE MALAS NUEVAS

La increíble profecía del 13 de abril de 1890 sobre el desgraciado futuro de la Argentina.
El autor de estas proféticas palabras fue José Manuel Estrada (1842-1894), destacadísimo intelectual de la segunda mitad del siglo XIX, que brilló como el orador más eminente de nuestro país durante esos años. Diputado Nacional, escritor de una gran moral, historiador, y Rector del Colegio Nacional de BuenosAires…
Un argentino que era "Clase Politica" de verdad, serio, instruido, de gran moral publica, comprometido con el destino de La Nacion y su Pueblo.
Que volvería a morirse si viera esta decrépita y pestilente Argentina.

Esto dijo en parte de un discurso, el 13 de abril de 1890:
“Veo bandas rapaces movidas de codicia -la más vil de las pasiones- enseñorearse del país, dilapidar sus finanzas, pervertir su administración, chupar su substancia, pavonearse insolentemente en cínicas ostentaciones, comprarlo y venderlo todo, hasta comprarse y venderse unos a otros a la luz del día.
Veo más.
Veo un pueblo indolente y dormido que abdica sus derechos, olvida sus tradiciones, sus deberes, y su porvenir. Lo que debe a la honra de sus progenitores y al bien de la prosperidad, a su estirpe, a su familia, a sí mismos y a Dios. Y se atropella en las Bolsas, pulula en los teatros, bulle en los paseos, en los regocijos y en los juegos. Pero ha olvidado la senda del bien, y va a todas partes menos a dónde van los pueblos animosos. Con instituciones que amenazan desmoronarse carcomidas por la corrupción y los vicios.
La concupiscencia arriba y la concupiscencia abajo.
¡Eso es la decadencia! ¡Eso es la muerte de un país!”
A esto ya llegamos es lo que vivimos día a día, con una clase política deshumanizada, corrompida hasta el tuétano, inmoral e irresponsable.

2 comentarios:

  1. ¿Esta tomado del discurso en contra de la Ley 1420? Donde se puede leer completo
    Gracias
    Enrique

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  2. Un prócer olvidado completamente, lo más seguro que es porque el hombre no dió su firma a la Masonería.

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