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Papa Pío XII celebrando la Sta. Misa |
Es un deber y a la vez una dignidad, dice el Papa Pío XII, la participación del fiel cristiano en la Santa Misa. Esta participación no debe ser pasiva y negligente, sino activa y atenta. Aún sin ser los fieles sacerdotes, ellos también ofrecen la Hostia divina de dos modos: primero, uniéndose íntimamente con el sacerdote en ese Sacrificio común, por medio de las ofrendas, por el rezo de las oraciones oficiales, por el cumplimiento de los ritos y por la Comunión sacramental; y segundo, inmolándose a sí mismos como víctimas. A ello nos conduce toda la liturgia de la Misa y a ello tiende la participación activa de los fieles en ella.
El Papa Pío XII señala tres medios principales, que podríamos llamar clásicos, de participación activa en el Sacrificio de la Misa:
1) El uso del Misal, con el cual los fieles siguen al celebrante rezando sus mismas oraciones y abundando en sus mismos sentimientos.
2) El canto de la Misa solemne, "la cual goza de una particular dignidad por la majestad de sus ritos y el aparato de sus ceremonias, y reviste el máximum de esplendor cuando asiste a ella, como la Iglesia lo desea, un pueblo numeroso y devoto".
3) La práctica legitima de la "Misa dialogada", sea en su forma normal respondiendo todos ordenadamente a las palabras del celebrante, sea combinando ambas cosas, rezo y canto. Todos estos modos de participar activamente en la Misa son dignos de loa y de recomendación, cuando se acomodan estrictamente a las prescripciones de la Iglesia y a las normas de los sagrados ritos y se encaminan a unir y a no a separar a los fieles con Cristo y su ministro visible,que es el sacerdote.
Más como quiera esos tres medios señalados por el documento pontificio no son siempre ni para todos posibles ni ventajosos, se puede recurrir legítimamente a otras maneras más sencillas, por ejemplo: al rezo del Santo Rosario, a la meditación de los divinos misterios , o al uso de otras oraciones. Todo esto, dice el Papa, aunque diferente de los sagrados ritos en la forma, concuerda sin embargo con ello por su misma naturaleza.
Es un error, tratándose de la participación de los fieles en la Liturgia, hacer tanto caso de las circunstancias externas de la misma que se crea que si ellas se descuidan la acción sagrada no puede alcanzar su propio fin. En realidad, lo que importa sobre todo es que los asistentes se unan del modo más íntimo posible con el Divino Redentor, que crezca cada día en ellos su grado de santidad y se aumente la gloria del Padre Celestial
S.S. Pío XII - Encíclica Mediator Dei