R.P. Emilio J. Fattore SRSLRF |
Queridos fieles y hnos. en Jesús, José y María: Hoy estamos celebrando la navidad, el nacimiento del Salvador, el Dios-con-nosotros. Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad, y ¿quiénes son esos hombres de buena voluntad? , Ellos son los que aman a Dios por sobre todas las cosas, los que buscan el reino de Dios y aman a su prójimo por amor a Dios, esos son, esos somos nosotros los que un día hemos sido lavados con las aguas bautismales y pasamos a ser miembros de la Iglesia que Cristo fundó. Hoy es un día de fiesta. Motivos para celebrar, muchos, pero suficiente sólo uno: ¡Dios ha nacido! Qué extraño suena decir que aquel que existía desde el principio haya nacido. Este acontecimiento lleva, sin duda, la firma de Dios, ya que para Él todo es posible. Sería más fácil hacer nacer lo que no existe aun, pero decir que nace lo que existe desde el principio, solo Dios puede realizarlo, porque para Él nada es imposible. Lo eterno no ha tenido miedo de someterse al tiempo. ¡Qué grandeza!, ¡Cuánto amor! Dios ha escuchado nuestros ruegos, ha respondido a las necesidades más profundas de cada persona, ha visto los corazones desolados y entristecidos y ha querido dar una respuesta.
Dios ha respondido a toda necesidad, a toda pobreza, a toda injusticia y muerte, ha respondido con un nacimiento, con un Niño, con su Hijo. Sí, la respuesta de Dios es siempre la vida. El nacimiento de Jesucristo da valor a la vida en medio de una cultura que lleva cicatrices de muerte. Esta fragilidad de un niño envuelto en pañales da esperanza y se convierte en una fortaleza que apela al amor de cada persona. ¡Dios se ha hecho niño!, se hizo frágil y así, necesitado de todos. Por eso san Juan nos dice que aquellos que lo recibieron se les concedió llegar a ser hijos de Dios. Esta navidad debió habernos encontrado con un regalo para Jesús, al menos esa es la costumbre cada vez que celebramos un cumpleaños, pero una vez más Dios se nos ha adelantado, nos ha ganado y ha sido Él el primero en darnos este gran regalo, llegar a ser hijos suyos. La navidad no quiere hablar nada más del nacimiento de Jesucristo, le interesa también hablar del nacimiento de cada uno de nosotros. Es tiempo de hacer realidad la navidad, es necesario, entonces, recibir a Jesús en lo profundo de la vida, ahí donde se puede provocar un nacimiento en nuestras actitudes viejas y desgastadas. Recibamos este día a Jesús, sólo así habrá navidad, novedad, vida, nacimiento. “Y aquel que es la Palabra, que es Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”.
Este es el acontecimiento que celebramos el día de hoy. ¡Dios se ha hecho hombre! Pero no sólo eso, sino que ha querido habitar entre nosotros. Habitar, entonces, significa cercanía y no indiferencia; compañía y no abandono; amor y no desprecio. Dios toma nuestra condición, la asume y la ama, es por ello que se hace cercano, que se hace compañero, que camina a nuestro lado, que puede salvarnos. La Navidad es así el camino que se ha forjado Dios para estar con nosotros, para cumplir su promesa de salvación. Pero también es la actitud del hombre ante la búsqueda amorosa de Dios. Porque el nacimiento de Jesucristo se ha convertido en signo de la unión entre Dios y los hombres. Este misterio de la Encarnación hace evidente una gran verdad: que el hombre puede estar con Dios y que Dios quiere estar con el hombre. A la Santísima Virgen Madre de Dios hecho hombre, ella que fue la primera anunciadora de este plan redentor, porque la Virgen cuando escucho el anuncio del Arcángel san Gabriel de que iba a ser la Madre de Dios, no se quedó sentada de brazos cruzados, sino que salió inmediatamente a anunciar estas Buenas Nuevas-evangelio- a su prima santa Isabel; a Ella vamos a pedirle en esta santa noche la gracia de la fidelidad, la perseverancia y el poder amar a Dios por sobre todo nuestras mezquindades. ¡Feliz navidad!
Dios ha respondido a toda necesidad, a toda pobreza, a toda injusticia y muerte, ha respondido con un nacimiento, con un Niño, con su Hijo. Sí, la respuesta de Dios es siempre la vida. El nacimiento de Jesucristo da valor a la vida en medio de una cultura que lleva cicatrices de muerte. Esta fragilidad de un niño envuelto en pañales da esperanza y se convierte en una fortaleza que apela al amor de cada persona. ¡Dios se ha hecho niño!, se hizo frágil y así, necesitado de todos. Por eso san Juan nos dice que aquellos que lo recibieron se les concedió llegar a ser hijos de Dios. Esta navidad debió habernos encontrado con un regalo para Jesús, al menos esa es la costumbre cada vez que celebramos un cumpleaños, pero una vez más Dios se nos ha adelantado, nos ha ganado y ha sido Él el primero en darnos este gran regalo, llegar a ser hijos suyos. La navidad no quiere hablar nada más del nacimiento de Jesucristo, le interesa también hablar del nacimiento de cada uno de nosotros. Es tiempo de hacer realidad la navidad, es necesario, entonces, recibir a Jesús en lo profundo de la vida, ahí donde se puede provocar un nacimiento en nuestras actitudes viejas y desgastadas. Recibamos este día a Jesús, sólo así habrá navidad, novedad, vida, nacimiento. “Y aquel que es la Palabra, que es Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”.
Este es el acontecimiento que celebramos el día de hoy. ¡Dios se ha hecho hombre! Pero no sólo eso, sino que ha querido habitar entre nosotros. Habitar, entonces, significa cercanía y no indiferencia; compañía y no abandono; amor y no desprecio. Dios toma nuestra condición, la asume y la ama, es por ello que se hace cercano, que se hace compañero, que camina a nuestro lado, que puede salvarnos. La Navidad es así el camino que se ha forjado Dios para estar con nosotros, para cumplir su promesa de salvación. Pero también es la actitud del hombre ante la búsqueda amorosa de Dios. Porque el nacimiento de Jesucristo se ha convertido en signo de la unión entre Dios y los hombres. Este misterio de la Encarnación hace evidente una gran verdad: que el hombre puede estar con Dios y que Dios quiere estar con el hombre. A la Santísima Virgen Madre de Dios hecho hombre, ella que fue la primera anunciadora de este plan redentor, porque la Virgen cuando escucho el anuncio del Arcángel san Gabriel de que iba a ser la Madre de Dios, no se quedó sentada de brazos cruzados, sino que salió inmediatamente a anunciar estas Buenas Nuevas-evangelio- a su prima santa Isabel; a Ella vamos a pedirle en esta santa noche la gracia de la fidelidad, la perseverancia y el poder amar a Dios por sobre todo nuestras mezquindades. ¡Feliz navidad!